domingo, 31 de julio de 2016

Memoria de la tierra



Antes de que las oenegés nacidas en el Norte del mundo
nos enseñaran a cuidarla,
antes de que la envenenáramos
en nombre de nuestro progreso,
antes de que le inyectáramos
químicos en las venas,
antes de que le vaciáramos las entrañas
para decorar con sus brillos nuestra piel,
antes de que le robáramos las semillas
para sembrarle destrucción,
antes de que le cambiáramos sus frutos
por clones de laboratorio,
antes de que contamináramos las aguas suyas
de las que bebemos,
antes incluso de que aprendiéramos a subsistir
gracias a su sabiduría
y de que cometiéramos la estúpida osadía
de someterla en nuestro afán de imitarla,
antes, mucho antes de que existiéramos los hombres
en su seno,
Ella era fuente infinita de vida.
Y todavía resiste, la Pachamama.


Mariano E. Pagnucco
(@ezepagnucco)

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